Cosas de niños y abuelos

Os cuento hoy algo cotidiano en la vida de algunos de los que pasamos ya a la llamada tercera edad, aquella que deviene cuando sobrepasas los sesenta años De manera casual empieza en el recibidor de una vivienda normal de planta baja, en una barriada que hace ya más de tres décadas perdió el esplendor de los nuevos barrios en los ensanches de las ciudades, residencias que con tanto esfuerzo compraron muchos trabajadores, casas que ya viven una lenta vejez como las de sus moradores.

Una mujer está frente al espejo de la entrada retocándose los labios y el cuidadosamente teñido pelo y mientras, de reojo, mira hacia el salón donde hace un momento ha visto sentado, mas bien adivinado, tras un muro de papel, en su rincón favorito, ya sabéis que los mayores somos de costumbres, enfrascado, es un decir, en la lectura de la prensa diaria, al hombre con quien comparte su vida tantos años.  

Voy a ver a mi tía María—dice la mujer, mientras se abrocha meticulosamente los botones del abrigo — de acuerdo, contesta levantando la cabeza que asoma hasta la altura de los ojos, Lázaro— y con la parsimonia que le caracteriza, fruto del carácter tranquilo y de los años, que no negaremos que son muchos, empieza a doblar cuidadosamente el periódico en el que acaba de comprobar que, en los números premiados en el sorteo de lotería, como siempre, no figura el suyo.

Luisa previsora insiste en las instrucciones, ¡este hombre, con lo despistado que es! — piensa en voz alta—, ahora ya desde el quicio de la puerta continua machaconamente con la retahíla.

Recuerda cariño, —dice con tono de voz meloso— que hoy vienen nuestros nietos a pasar la tarde, la nena y su marido tienen que acudir a una entrevista, ojalá le den el trabajo, le hace falta, pobrecita, en la casa siempre con los niños y Pablo con esas jornadas tan prolongadas…. además, que para eso hizo ella su carrera, ¡¡con lo buena estudiante que fue!!, y con el dineral que nos costó mandarla a la Universidad, ojala le den el trabajo—suspira con fuerza y afirma decidida—y nosotros la ayudaremos, que para eso estás tú jubilado y …..ahhh que no se te olvide que estarán a las cuatro aquí, hay que darles de merendar, yo vendré pronto, pero después de la consulta del callista me pasaré a comprar un encargo que me ha hecho nuestra hija, ten paciencia y no te muestres como un viejo gruñón, ehh, ¡¡contesta Lázaro!!, ¿me has oído..¡¡si mujer!!, te he oído, ….anda vete y no tardes mucho.

Lázaro dobla definitivamente el diario y contempla por la ventana alejarse a su esposa.

Por un momento se sumerge abstraído en el recuerdo de cuando la conoció, nunca pensó que una mujer tan guapa fuera a querer nada con él y menos a casarse y mira por donde, ya llevan casi cincuenta años juntos, fue la coincidencia común de tener las mismas iniciales en el nombre y los apellidos lo que motivo la curiosidad de conocerse mejor y vaya, cuando empezaron a salir juntos se dieron cuenta que no solo era cuestión de iniciales, alimentaban los mismos principios y objetivos y sobre todo se admiraban el uno al otro.

Lázaro Laín Lezcano y Luisa López Larios, ¿no es sorprendente?, una casualidad así, no es normal—decía para conquistarla—eso es el destino, estamos hechos el uno para el otro—afirmaba rotundo Lázaro.

Y así fue, se casaron y…. ¡¡que guapa es, con los años que tiene y el gusto que da de verla!!—piensa ensimismado— descubriéndose de pronto, aún enamorado.

Ding-dong-ding-dong-ding-dong, bruscamente el insistente ruido del timbre lo vuelve a la realidad.

—¡¡Hola papa!! aquí te dejo a los críos, Pablo me espera con el coche en marcha, en cuanto pueda vendremos por ellos—ya corriendo hacia la acera—¡¡no olvides la merienda!!…¡¡ niñooos portaooos bien con el abueloooo!! —grita desde el auto—.

Como un tornado corren los pequeños hacia la sala y entonces la grey infantil torna en griterío y risas el apacible silencio acostumbrado.

Lázaro cariñoso, aúpa al más pequeño de sus nietos, lo besa y acariciando sus sonrosadas mejillas, eleva con cuidado tono autoritario la voz, entre los juegos desatados de los alevines.

¡¡Chicos, escuchad!! tenéis que dejar de gritar, jugad si queréis—ya con voz apacible—pero sin armar tanto ruido.

Sospecha el abuelo que sus palabras han tenido poco efecto disuasorio entre los infantes, aun así, toma asiento resignado y despliega su periódico buscando ahora el crucigrama.

A esta altura de la tarde los críos ya se han dispersado por los rincones de la casa, el abuelo sorprendido del momentáneo silencio, levanta la vista del diario y al no verlos, va a buscar a sus nietos intentando que vuelvan a la salita, cuando ve al más pequeño tirándole del rabo al gato, que con un espantoso maullido intenta escapar de su captor, ¡¡Jorge, suelta al gato!!, mientras va por él se oye un estrépito en la entrada, uno de los mellizos ha tirado al suelo el mueble con espejo en su afán de hacer caer un llavero con un gracioso conejito, por su parte Lidia que solo tiene cuatro años está en el dormitorio desarrollando su incipiente vocación para la pintura artística, usando de lienzo la blanca puerta del ropero y usando como material pictórico, la caja de cosméticos de la abuela. Con el pequeño en brazos y los otros de la mano, siente un escalofrió, ¡¡falta uno!!… ¿Pablito y tu hermano Luis? …el pelirrojo mellizo encoge sus hombros y Lázaro—muy nervioso—se encamina a la cocina.

Allí el otro mellizo ha decidido que ya que hay que merendar lo mejor es empezar sacando la harina pues…¡¡me apetecían tortitas!!—grita en su defensa, comenzando en ese momento su infalible estrategia de llorar.

Dos segundos después ya están los cuatro llorando.

Se deja caer en el sillón, espantado por su incapacidad de dominar la situación, echa de menos a Luisa, —¿porque me ha dejado solo? —ay, ay, ¡¡niñooo!! ten cuidado, que vas a romper ese jarrón—……ella —piensa abrumado—, sabe cómo afrontar esta locura.

Se le ocurre llamar a su amigo Paulino para pedir consejo, él ha salido de situaciones más graves— murmura mientras marca esperanzado el teléfono salvador—

Al otro lado de la línea, contesta la voz grave de su amigo y Lázaro narra atropelladamente las peripecias de los imberbes.

Lo mejor en estos casos—aconseja Paulino, soltando una carcajada —es el remedio clásico, lo que se ha hecho siempre.

Desconcertado, Lázaro no se atreve a preguntar.

—Empieza a contarles historias, hechos que te han pasado, y cuando te asalten a preguntas respóndeles a todas, ya verás cómo en poco tiempo los tienes sentados a tu alrededor, los niños son muy curiosos, y eso es bueno, cuéntales por ejemplo como nos conocimos en aquel barco anclado en el puerto de Fuenterrabía, Hondarribia se llama ahora ¿no?, esa es una bonita historia para empezar.

Cuando Luisa abre la puerta solo oye el murmullo de la voz de su esposo, inquieta se dirige al origen de lo que oye y cuando se asoma a la estancia se asombra al ver a los niños en silencio, con los ojos muy abiertos, acurrucados junto al abuelo y escuchando atentamente sus palabras

Sonriente saluda a todos y besando uno a uno, le pregunta a Lázaro entre alegre y curiosa, ¿cómo ha ido todo?, ¿han hecho alguna travesura?

No, —responde tranquilamente el abuelo—solo cosas de niños.

Sobre los textos:

Fotografías:


El precio de la voluntad

Atrapado para siempre —como quedan esos insectos que nos enseñan en los documentales de naturaleza— en una planta carnívora, así quedó Jesús.

¡¡Por favor moderen su tono de voz!! —Ordenó, perdiendo la paciencia— el presidente de la mesa negociadora del convenio colectivo.

Atrapado 4-EL CRISOL DE LA CORDURA

Ya era el cuarto día y los ánimos estaban encrespados, pues las partes no cedían en sus posturas. La voz cantante por la parte de los trabajadores la llevaba Jesús, uno de los representantes sindicales con mas peso en la negociación, pues la patronal tenia claro el apoyo que este líder tenia entre los suyos.

Quien le conoció entonces cuenta, que Jesús Gómez Laredo desde muy joven fue bastante popular entre los compañeros de aulas en los colegios en los que cursó sus distintos grados de preparación.

Mas adelante ya en los primeros tiempos de su vida laboral, se caracterizo por ser un hombre serio y con fama de trabajador y honrado.

Atrapado 3-EL CRISOL DE LA CORDURASu popularidad y la influencia ejercida por algunos antiguos luchadores de la empresa en la que estaba, hizo pronto de Jesús un sindicalista muy apreciado por sus compañeros.

Era un negociador duro, ¡¡si seguimos por este camino, convocaremos una huelga!! —advirtió esa mañana a los representantes de la patronal—el pacto iba por mal camino; las posturas inamovibles por parte de todos, daban cuenta de lo inevitable de una próxima ruptura de negociaciones.

En vista de la tensa situación, el presidente de la mesa convocó un receso para enfriar el ambiente ¡tomamos unos cafés y en un par de horas seguimos esta discusión! —propuso, con el asentimiento general—.

Atrapado 5- EL CRISOL DE LA CORDURA              Salieron de la gran sala, en la que en torno de una enorme mesa oval se oficiaban las juntas y se encaminaron animadamente hacia la cafetería. Todos menos Jesús que consultaba cabizbajo los papeles de una carpeta corriente de color azul.

Alguien que había estado calladamente observando al líder obrero, el presidente de la empresa y director gerente, cuyo papel en la negociación era — pese a ser a quienes consultaban los jurídicos—extremadamente discreto, se dirigió hacia él resuelto: ¿Qué tal va todo Jesús? ¿Y la familia?. Sorprendido y a la vez azorado por el repentino asalto del jefe, el sindicalista contestó con frialdad, bien gracias.

¿Vamos a tomar un café?, Jesús negó serio con la cabeza, ¡¡yo invito hombre!! ¿Dime cual es la razón de que no podamos tomar un café y charlar? Posiblemente pienses que mi cargo de jefe lo impida, pero te equivocas, yo soy como tú un empleado de la empresa, tengo claro está mis obligaciones, ahí dentro soy de la parte contraria a la que tú representas, pero aquí fuera soy Ricardo, una persona, ¿no crees?, ¡¡anda vamos a tomar un café!!, te aseguro que no vamos a hablar nada de lo que estamos haciendo en esta sala, no sufras y puedes creer que entiendo tus reticencias, pero te equivocas, igual que tú, soy serio y honrado, ¿tienes prueba de lo contrario? Seguro que no, ¿verdad? Y…… tutéame por favor.

Todavía estaba un poco azorado Jesús , cuando sentados en la barra del café, pidió Ricardo los desayunos.

¿Cuántos hijos tienes?

Tengo dos el mayor de nueve años, la niña de cinco, don Ricardo.

¡¡Hay que ver!! tutéame por favor, también tengo dos, el pequeño tiene la edad del tuyo.

La inicial aprensión de Jesús, fue cediendo, sus contestaciones ya no eran tan escuetas.

Continuaron las reuniones durante varios días e invariablemente, Ricardo buscaba en los recesos la compañía de Jesús para el desayuno, además por deseo de este último pagaban una vez cada uno.

El quinto día de negociación fue especialmente duro, era inevitable la ruptura, los sindicalistas anunciaron la huelga.

Ese día, los nervios jugaron una mala pasada a Jesús.

Harto de la postura de la empresa, intentando bajar el salario, las exigencias de aumentar la productividad y el horario de trabajo, argumentando perdidas de la compañía y amenazando con llegar a despidos, razonándolo todo con montañas de papel y gráficos, dio un puñetazo en la mesa y soltó un exabrupto.

Ricardo ni siquiera pestañeo.

Luego en el ya habitual descanso, Ricardo abordó a Jesús.

He sabido—dijo con voz grave y tono comprensivo—del problema de tu chico.

Por un momento el sindicalista se paralizo, su mente voló a su casa, recordó la escena última con su mujer, contándole ésta los resultados de la visita al oftalmólogo.

Va a perder la visión del ojo, solo una operación muy delicada podría solucionar el problema y esta clase de operaciones se hacen en clínicas privadas y son carísimas….tampoco está seguro del alcance y gravedad de la lesión…”

Recordaba también que vino a la negociación con el ánimo por los suelos; no podía asumir la ceguera del hijo, le acudió de pronto la amargura que sintió ante los reproches de su esposa, cuando él se reconoció incapaz de dar una solución.

Volvió a la realidad con un imperceptible sobresalto.

Ricardo le hablaba de lo importancia de la familia y lo que valoraba a sus empleados.

“….Por eso, le he dado orden a los servicios médicos que se pongan en contacto con esa importante clínica barcelonesa para que diagnostiquen correctamente a tu chico y si hiciera falta una operación que no se repare en gastos, es lo menos que puede hacer nuestra empresa por alguien con esa entrega a ella como la que tienes tú…..”

Jesús inmediatamente llamó a su esposa. Ella confirmo la visita del jefe de los servicios médicos un rato antes. Les había llegado una esperanza.

A la vuelta a la sala de reuniones, el sindicalista se mostró conciliador.

Debemos llegar a un acuerdo, estudiaremos vuestras propuestas, al fin y al cabo de la buena marcha de la empresa dependemos todos— dijo ante la sorpresa de sus compañeros—la huelga no es buena para nadie, seguiremos negociando.

Días después, se llegó a un acuerdo. Jesús convenció al resto de los representantes sindicales, de la bondad de éste. Defendió el acuerdo en la posterior asamblea de trabajadores donde se ratificó el acuerdo, sobre todo por la defensa que le hizo Jesús en su intervención.

GERMANY STRIKE

 

En realidad el nuevo convenio era una regresión de los derechos que tenían anteriormente. Era un calco de las propuestas iniciales de la empresa.

A la salida de la firma, el presidente de la mesa, que era a su vez el Jefe de Recursos Humanos de ésta, se acerco a Ricardo y le hablo susurrando.

¡¡No lo puedo creer jefe, el resultado de esta negociación nos va ha hacer ganar mucho!!

¿Cómo lo has conseguido? Si casi no has intervenido.

Ricardo, con la mirada perdida en uno de los frescos que adornaban el magnífico edifico de las oficinas centrales de la empresa, le respondió con la suficiencia de maestro en estas lides “…No creas que ha sido fácil, hay que saber evaluar el coste de cada operación financiera y las ganancias que esta reportará. Por unos cuantos miles vamos a ganar millones. La voluntad de las personas tiene un precio. Se trata de comprar voluntades. Pero no hay que comprar muchas, solo unas pocas necesarias. Y sobre todo saber el precio que tienen…”.

En la actualidad los trabajadores tienen poca representación sindical. Las condiciones de trabajo son mucho más duras para todos. Aunque la situación de Jesús ha mejorado.Está contento la carísima operación de su hijo lo curó. Por otra parte su matrimonio va muy bien porque además tiene un cargo de confianza en la Compañía y su salario es mayor.

Ricardo no ha vuelto a hablar con él desde entonces, ni siquiera respondió a sus llamadas de agradecimiento.

Atrapado7-EL CRISOL DE LA CORDURAY de vez en cuando a Jesús, le viene la sensación de estar atrapado en una planta carnívora.

Texto:© del autor de esta página, Juan Francisco

Esta obra se distribuye con una licencia de Creative Commons

Archivos propios de © fotografías basadas en imágenes modificadas del autor de esta página.

Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 2.5 España.

Olivier Clerc y la historia de una ranita

En nombre del progreso,
de la ciencia, y del aprovechamiento,
se efectúan continuos ataques
a las libertades individuales, a la dignidad,
a la integridad de la naturaleza,
a la belleza y a la felicidad de vivir.
Lentamente, pero inexorablemente,
con la constante complicidad
de las víctimas, inconscientes,
o quizás incapaces de defenderse.

                                               

Olivier Clerc

DESINFORMACIÓN-EL CRISOL DE LA  CORDURA 

  Recibí días atrás una presentación PPS con una bella metáfora; comoquiera que las  primeras lecturas de mi niñez fueron fabulas, parábolas y metáforas, sé de su valor para la comprensión de los mensajes.

No conocía a este joven escritor, traductor y filosofo suizo con gran éxito entre  los francoparlantes y que como persona de su tiempo utiliza las nuevas tecnologías para difundir su pensamiento, interesante es la visita a su espacio web, donde entre otras cosas afirma que él no es el autor del mencionado PPS, aunque el hecho no importa puesto que el valor principal es la idea que comunica. Merece la pena leer lo que de él dice Monique Pierlot en su texto, Olivier Clerc en claroscuro, donde repasando su vida y viajes, descubrimos el periplo que le lleva del Tíbet a Cluny y Taizé. Olivier Clerc-EL CRISOL DE LA CORDURA   

  • “…La fábula de que da titulo a esta entrada, nos habla de una rana metida en un caldero y que, debido a la imperceptible subida de la temperatura, no se da cuenta de que la están cociendo.Esta historia le sirve al autor como punto de partida para advertirnos de los cambios que se van produciendo poco a poco a  nuestro alrededor sin que nos demos cuenta, como la pérdida de valores en la sociedad occidental o la degeneración en las relaciones de pareja. Una rana en una olla hirviendo, un brote de bambú que tarda en salir, una mariposa que lucha por salir de su crisálida …, todas estás parábolas sirven al autor de pretexto para hablar del ser humano y los seres humanos debemos recuperar este mensaje dormido para no  dejar que sea demasiado tarde el momento de reaccionar….”.
HISTORIA DE UNA RANITA-EL CRISOL DE LA  CORDURA
HISTORIA DE UNA RANITA-EL CRISOL DE LA  CORDURA
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