Cosas de niños y abuelos

Os cuento hoy algo cotidiano en la vida de algunos de los que pasamos ya a la llamada tercera edad, aquella que deviene cuando sobrepasas los sesenta años De manera casual empieza en el recibidor de una vivienda normal de planta baja, en una barriada que hace ya más de tres décadas perdió el esplendor de los nuevos barrios en los ensanches de las ciudades, residencias que con tanto esfuerzo compraron muchos trabajadores, casas que ya viven una lenta vejez como las de sus moradores.

Una mujer está frente al espejo de la entrada retocándose los labios y el cuidadosamente teñido pelo y mientras, de reojo, mira hacia el salón donde hace un momento ha visto sentado, mas bien adivinado, tras un muro de papel, en su rincón favorito, ya sabéis que los mayores somos de costumbres, enfrascado, es un decir, en la lectura de la prensa diaria, al hombre con quien comparte su vida tantos años.  

Voy a ver a mi tía María—dice la mujer, mientras se abrocha meticulosamente los botones del abrigo — de acuerdo, contesta levantando la cabeza que asoma hasta la altura de los ojos, Lázaro— y con la parsimonia que le caracteriza, fruto del carácter tranquilo y de los años, que no negaremos que son muchos, empieza a doblar cuidadosamente el periódico en el que acaba de comprobar que, en los números premiados en el sorteo de lotería, como siempre, no figura el suyo.

Luisa previsora insiste en las instrucciones, ¡este hombre, con lo despistado que es! — piensa en voz alta—, ahora ya desde el quicio de la puerta continua machaconamente con la retahíla.

Recuerda cariño, —dice con tono de voz meloso— que hoy vienen nuestros nietos a pasar la tarde, la nena y su marido tienen que acudir a una entrevista, ojalá le den el trabajo, le hace falta, pobrecita, en la casa siempre con los niños y Pablo con esas jornadas tan prolongadas…. además, que para eso hizo ella su carrera, ¡¡con lo buena estudiante que fue!!, y con el dineral que nos costó mandarla a la Universidad, ojala le den el trabajo—suspira con fuerza y afirma decidida—y nosotros la ayudaremos, que para eso estás tú jubilado y …..ahhh que no se te olvide que estarán a las cuatro aquí, hay que darles de merendar, yo vendré pronto, pero después de la consulta del callista me pasaré a comprar un encargo que me ha hecho nuestra hija, ten paciencia y no te muestres como un viejo gruñón, ehh, ¡¡contesta Lázaro!!, ¿me has oído..¡¡si mujer!!, te he oído, ….anda vete y no tardes mucho.

Lázaro dobla definitivamente el diario y contempla por la ventana alejarse a su esposa.

Por un momento se sumerge abstraído en el recuerdo de cuando la conoció, nunca pensó que una mujer tan guapa fuera a querer nada con él y menos a casarse y mira por donde, ya llevan casi cincuenta años juntos, fue la coincidencia común de tener las mismas iniciales en el nombre y los apellidos lo que motivo la curiosidad de conocerse mejor y vaya, cuando empezaron a salir juntos se dieron cuenta que no solo era cuestión de iniciales, alimentaban los mismos principios y objetivos y sobre todo se admiraban el uno al otro.

Lázaro Laín Lezcano y Luisa López Larios, ¿no es sorprendente?, una casualidad así, no es normal—decía para conquistarla—eso es el destino, estamos hechos el uno para el otro—afirmaba rotundo Lázaro.

Y así fue, se casaron y…. ¡¡que guapa es, con los años que tiene y el gusto que da de verla!!—piensa ensimismado— descubriéndose de pronto, aún enamorado.

Ding-dong-ding-dong-ding-dong, bruscamente el insistente ruido del timbre lo vuelve a la realidad.

—¡¡Hola papa!! aquí te dejo a los críos, Pablo me espera con el coche en marcha, en cuanto pueda vendremos por ellos—ya corriendo hacia la acera—¡¡no olvides la merienda!!…¡¡ niñooos portaooos bien con el abueloooo!! —grita desde el auto—.

Como un tornado corren los pequeños hacia la sala y entonces la grey infantil torna en griterío y risas el apacible silencio acostumbrado.

Lázaro cariñoso, aúpa al más pequeño de sus nietos, lo besa y acariciando sus sonrosadas mejillas, eleva con cuidado tono autoritario la voz, entre los juegos desatados de los alevines.

¡¡Chicos, escuchad!! tenéis que dejar de gritar, jugad si queréis—ya con voz apacible—pero sin armar tanto ruido.

Sospecha el abuelo que sus palabras han tenido poco efecto disuasorio entre los infantes, aun así, toma asiento resignado y despliega su periódico buscando ahora el crucigrama.

A esta altura de la tarde los críos ya se han dispersado por los rincones de la casa, el abuelo sorprendido del momentáneo silencio, levanta la vista del diario y al no verlos, va a buscar a sus nietos intentando que vuelvan a la salita, cuando ve al más pequeño tirándole del rabo al gato, que con un espantoso maullido intenta escapar de su captor, ¡¡Jorge, suelta al gato!!, mientras va por él se oye un estrépito en la entrada, uno de los mellizos ha tirado al suelo el mueble con espejo en su afán de hacer caer un llavero con un gracioso conejito, por su parte Lidia que solo tiene cuatro años está en el dormitorio desarrollando su incipiente vocación para la pintura artística, usando de lienzo la blanca puerta del ropero y usando como material pictórico, la caja de cosméticos de la abuela. Con el pequeño en brazos y los otros de la mano, siente un escalofrió, ¡¡falta uno!!… ¿Pablito y tu hermano Luis? …el pelirrojo mellizo encoge sus hombros y Lázaro—muy nervioso—se encamina a la cocina.

Allí el otro mellizo ha decidido que ya que hay que merendar lo mejor es empezar sacando la harina pues…¡¡me apetecían tortitas!!—grita en su defensa, comenzando en ese momento su infalible estrategia de llorar.

Dos segundos después ya están los cuatro llorando.

Se deja caer en el sillón, espantado por su incapacidad de dominar la situación, echa de menos a Luisa, —¿porque me ha dejado solo? —ay, ay, ¡¡niñooo!! ten cuidado, que vas a romper ese jarrón—……ella —piensa abrumado—, sabe cómo afrontar esta locura.

Se le ocurre llamar a su amigo Paulino para pedir consejo, él ha salido de situaciones más graves— murmura mientras marca esperanzado el teléfono salvador—

Al otro lado de la línea, contesta la voz grave de su amigo y Lázaro narra atropelladamente las peripecias de los imberbes.

Lo mejor en estos casos—aconseja Paulino, soltando una carcajada —es el remedio clásico, lo que se ha hecho siempre.

Desconcertado, Lázaro no se atreve a preguntar.

—Empieza a contarles historias, hechos que te han pasado, y cuando te asalten a preguntas respóndeles a todas, ya verás cómo en poco tiempo los tienes sentados a tu alrededor, los niños son muy curiosos, y eso es bueno, cuéntales por ejemplo como nos conocimos en aquel barco anclado en el puerto de Fuenterrabía, Hondarribia se llama ahora ¿no?, esa es una bonita historia para empezar.

Cuando Luisa abre la puerta solo oye el murmullo de la voz de su esposo, inquieta se dirige al origen de lo que oye y cuando se asoma a la estancia se asombra al ver a los niños en silencio, con los ojos muy abiertos, acurrucados junto al abuelo y escuchando atentamente sus palabras

Sonriente saluda a todos y besando uno a uno, le pregunta a Lázaro entre alegre y curiosa, ¿cómo ha ido todo?, ¿han hecho alguna travesura?

No, —responde tranquilamente el abuelo—solo cosas de niños.

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La virtud del elogio

No hay nada como el elogio inmerecido para ablandar el humor de los humanos.

La lisonja no solo finge que somos mejores, sino que puede ayudarnos a ser en realidad mejores de lo que somos.

   (Lo leí en un rincón del Monasterio de San Pedro de Cardeña, Burgos)

El párrafo en cuestión, resume en dos líneas lo que ya explicaba Erasmo de Róterdam en uno de sus libros:

…Sin embargo, mi estilo de adulación nace de la bondad y del candor del carácter y está mucho más cerca de la virtud que aquella su contraria, la cual es de grosera y torpe aspereza e inoportunidad, según dice Horacio.

Ésta levanta los ánimos abatidos, consuela a los tristes, estimula a quienes languidecen, despabila a los torpes, alivia a los enfermos, aplaca a los feroces, concilia afectos y, una vez formados, los mantiene. Presta aliciente a los niños para que estudien letras; alegra a los viejos; aconseja y enseña a los príncipes, sin ofensa, bajo la pantalla de la alabanza. En suma, logra que cada cual se tenga a sí mismo en mayor aprecio y cariño, lo cual es, en verdad, el fundamento de la felicidad.

¿Habrá cosa más complaciente que el rascarse mutuamente dos mulos? No hará, pues, falta que afirme que la adulación constituye gran parte de la elocuencia más celebrada; la mayor del arte médico y la máxima del pórtico; es, en fin, el almíbar y la sazón de todo trato humano…”

Capítulo XLIV, moriae seu laus stultitiae (Elogio de la locura) (1511)

Es triste, se adula a ricos, se alaba a poderosos, llevan las lisonjas hasta el ridículo, en muchos casos inmerecidas, a determinados personajes influyentes, restando unas palabras de ánimo o a veces un simple reconocimiento a lo bien hecho, a la entrega, al esfuerzo, a la virtud, al estudio, que sería el mejor de los regalos y un acicate del que saldrían las mejores cosechas del trabajo del que nos beneficiamos todos de alguna manera.

Viene lo que digo a dos ejemplos recientes en España.

En los primeros días del pasado mes de marzo, acababa de empezar el confinamiento, era popular el tema de la escasez de mascarillas etc., corría en esas fechas por las redes sociales, un escrito pidiendo un reconocimiento del galardón Príncipe de Asturias a uno de los mayores millonarios del mundo, (no sé cuándo acabe toda esta situación que valorará el jurado como merecimiento, los mercenari@s del mundo de la cultura tienen mucha influencia, aunque confío en que no pase de esa, para mí, absurda petición, ejemplo de la “estulticia” del Elogio de Erasmo).

La otra han sido los aplausos a l@s que estuvieron en los primeros días en los sitios donde el contagio del virus era mas probable. Me emocionó cuando a limpiador@s, barrender@s, bomber@s, y todos los sanitari@s eran objeto de reconocimiento.

De cualquier manera, sé, que no durará mucho el reconocer la necesidad que ha sido vista en estos momentos trágicos de l@s invisibles, los que trabajan en las labores mas ingratas, de hecho, en el poco tiempo del llamado desescalamiento se han empezado, sin miramientos, a deshacer de trabajador@s las empresas, por poner un ejemplo, los sanitari@s contratad@s en el hospital provisional en el pabellón Ifema en Madrid.

 El gran Desiderio fue imprescindible para el cambio a la edad moderna del pensamiento medieval, pero apenas influyó en lo que ahora llamamos España, a la cultura se le hurtó por la larga y acerada mano del catolicismo, que en cuanto pudo hizo presa con el poderoso brazo de la Inquisición a quienes cultivaban el conocimiento de sus libros e ideas, sumiendo a la península ibérica en el caldo de cultivo de la contrarreforma, batalla contra el progreso del pensamiento que perduró, salvo los paréntesis republicanos, en la larga noche franquista, pues durante cuarenta años no se pudieron imprimir ni publicar sus obras, (para quien no lo sepa la in-cultura del nacional-catolicismo franquista tenía un ejército de censores a su servicio, típicos exponentes estos deleznables personajillos de la estulticia descrita en el libro Elogio de la Locura).

Hoy, ha perdurado la traducción de Locura para el personaje de la Estulticia del libro de donde es el párrafo precedente y aunque también lo puede ser, alguno de sus traductores como Lebrija había traducido «Stultitia» por «aquella bobería y poco saber» Bonilla y San Martín indicó a tal respecto: «Debe traducirse ‘Stultitia’ por ‘Estulticia’ y no por ‘Locura’; pues bien , le llamemos finalmente locura, estulticia, o más llanamente tontería, bobería, insensatez, necedad o como se escucha en el lenguaje popular actual “gilipollez” lo cierto es que Desiderius Erasmus Roterodamus o como se le conoce en español Erasmo de Róterdam se habría pasmado al ver como encajaban como un guante personajes de la actualidad a los descritos en su libro y como el modelo de tontería e insensatez triunfa en amplias capas de la sociedad.

Para aclararlo bien:

  • elogio, apología, enaltecimiento, encarecimiento, encomio, ensalzamiento, loa, ponderación, panegírico, alabanza
  • elogiar, alabar, loar, ponderar, elevar, encomiar, ensalzar, enaltecer, encarecer
  • lisonja, adulación, alabanza, halago, elogio, aplauso, coba, incienso, jabón, agasajo – bombo – camelo – carantoña – caricia – coba – cumplimiento – ditirambo – encomio – galantería – halago – incienso – jabón – piropo – requiebro – rosca – servilismo – zalamería
  • estulticia, necedad, ignorancia, tontería, disparate, estolidez, estupidez, idiotez, majadería, necedad, sandez, simpleza

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MARINERO EN TIERRA, ALBERTI

VINAROZ- CASTELLÓN-COMUNIDAD VALENCIANA-EL CRISOL DE LA CORDURA 2020

EL MAR. LA MAR

El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre, a la ciudad?undefined
¿Por qué me desenterraste del mar?
En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste acá?

Marinero en tierra, Rafael Alberti Merello, 1924

DESDE ALTA MAR

undefinedNo quiero barca, corazón barquero,

¡Qué dulce el agua salada

quiero ir andando por la mar al puerto.

con su salitre hecho cielo!

¡No quiero sandalias, no!

¡Quiero ir descalzo, barquero!

No quiero barca, corazón barquero,

quiero ir andando por la mar al puerto.

Marinero en tierra, Rafael Alberti Merello, 1924

DIME QUE SÍ

Dime que sí,undefined

compañera,

marinera,

dime que sí.

Dime que he de ver la mar,

que en la mar he de quererte;

compañera,

dime que sí.

Dime que he de ver el viento,

que en el viento he de quererte;

marinera,

dime que sí.

Dime que sí,

compañera,

dime,

dime que sí.

Del barco que yo tuviera,

serías tú la costurera.

Las jarcias, de seda fina;

de fina Holanda, la vela.

—¿Y el hilo, marinerito?

—Un cabello de tus trenzas.

Marinero en tierra, Rafael Alberti Merello, 1924

La lectura de un artículo en la bitácora de una persona muy interesante, Paúl Martín, un ser humano de esos especiales, que podrían dar clase de lo que quisieran pues el destino le ha hecho desempeñar múltiples oficios, estudiar de casi todo, pero que su vocación innegable es la de escritor, un escritor y poeta que lo es desde que supo poner una letra escrita sobre un papel, pero que como la mayoría de los seres inteligentes y sensibles que habitan este mundo, solo una minoría es capaz de reconocérselo.

Dice un día Paúl Martín: “… He leído por ahí muchas veces que la poesía es poco menos que recreativa, que todo lo que no sea mirar nuestro interior y reflejarlo en ella es poco menos que una afrenta…Yo estoy más con el poeta prometeico y León Felipe. La poesía es para que se entienda y la poesía ha de ser implicada, porque la revolución la hacen los poetas…”

Otro día nuestro Paúl Martín escribe: “… ¿Dónde nos perdimos para que hoy un poeta apenas sepa decir en sus versos que lo más salvaje que ha experimentado es montar una moto de agua o lo más excitante tocarse el ombligo? …lo dijo Gabriel Celaya -y lo cantó Paco Ibáñez– hace ya camino de cien años. Él, como muchos otros poetas comprometidos con su gran misión, veía en la poesía un instrumento capaz, con otros, de transformar el mundo …”

Y claro, yo creo en lo que dice; he vivido la abominable dictadura franquista, responsable de miles de muertos en las cunetas, miles de mujeres, niños violados, asesinados, miles de buenas personas exiliadas y sí, los poetas fueron con sus palabras los que ayudaron a los cambios que vinieron después.

Muchos, muchos, muchos murieron en el exilio, Juan Ramón Jiménez enterrado en San Juan de Puerto Rico, Emilio Prados murió en México como José Moreno Villa y como también Luis Cernuda o Pedro Garfias, Juan Rejano, Arturo Serrano Plaja, José Herrera Petere aunque a quien siempre he tenido como poeta de cabecera y que sí, comparto con Paúl Martín y con todos los que quieran conocer el alma de los españoles, al gran zamorano tan olvidado por la España de hoy  León Felipe, poeta universal y quien demuestra que la poesía es revolucionaria, como dice nuestro poeta amigo Paúl Martín.

Termino con unos versos de la Letanía de Nuestro Señor Don Quijote, de Rubén Darío, mencionado por Rafael Alberti en su discurso del premio Cervantes 1983 :

Ora por aquellos tristes enemigos

que plantan misiles en lugar de trigos,

sembrando la tierra de llanto y terror,

undefinedque cuando ya el siglo a su fin se inclina,

no es una paloma la que lo ilumina

en vuelo de gracia, de paz y de amor.

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El que es diestro en el siniestro, Unamuno.

CAPARAZÓN CANGREJO AZUL-EL CRISOL DE LA CORDURA 2020

El que es diestro en el siniestro

es en el derecho zurdo,

pues no hay nada más absurdo

que este pobre mundo nuestro

Miguel de Unamuno, (1864-1936), escritor español.

Estos días en los que la lucha contra la pandemia parece dar cierto respiro, suceden cosas y actos que según mi opinión ponen el listón de la tontería y la estupidez en cotas bastante bajas.
Saltándose el confinamiento y las reglas de distancia impuestas por las normas sanitarias, se suceden absurdas manifestaciones pidiendo “libertad” precisamente por gentes que se caracterizan, además de hacer gala de ello, de pertenecer y apoyar al antiguo régimen dictatorial franquista.
No sé de que clase de libertad hablan, pero si es la que había en la sociedad española cuando mandaba quien añoran, realmente deberían por lo menos callar ese término y emplearse en pedir el que realmente les va «dictadura», les falta razón y derecho como le replicó Unamuno al “generalote” franquista Astray.
La lógica de nacer en barrios adinerados, con las expectativas de un buen empleo, la vivienda asegurada y el flujo del dinero garantizado por su pertenencia a las clases de poderosos e influyentes prebostes, o sencillamente ser de los que están a su alrededor para recoger sus migajas, englobando a estos últimos a los pistoleros o guardaespaldas vestidos de cualquier clase de uniforme o condición, ha hecho salir a combatir con ardor, cacerola en mano y bandera a la espalda, no al virus que asola nuestras familias, sino a quien intenta que esto nos sacuda con menos fuerza, para sus propósitos, alentados los menos espabilados por un grupo de facciosos mediocres politicastros, algunos propietarios de medios de In-comunicación y sus sicarios, financiados claro está por el dinero prestado por el capital de verdaderos cobardes criminales, «pobres victimas de falta de libertad» que han pasado el confinamiento en yates, fincas y grandes mansiones mientras familias enteras compartían resignadas, apenas unos metros de pequeños piso.

Un antiguo refrán popular dice: “El que nace lechón, muere cochino”, y como dice el verso del principio:

«el que es diestro en el siniestro es en el derecho zurdo»

No es nueva esta situación, antiguos especímenes de porcino abuelos de estas generaciones, ya actuaban igual.
El gran escritor D. Miguel de Unamuno y Jugo figura clave de la Generación del 98, y uno de los más importantes de los siglos pasados, tuvo un grave enfrentamiento con el General Millán Astray ante el grito de éste en la universidad: “¡Muera la inteligencia!”

“El 12 de octubre de 1936, en el paraninfo de la Universidad, durante el acto de apertura del curso académico que coincidía con la celebración de la Fiesta de la Raza, el rector se enfrentó públicamente al general Millán-Astray, que había pronunciado unas soflamas contra la inteligencia y exaltadoras de la muerte. Posteriormente se atribuyó a Unamuno un discurso lapidario que habría incluido su famosa frase:

Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derecho. Me parece inútil pediros que penséis en España.”

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El lobo y el cordero, fábula de Fedro

EL LOBO Y EL CORDERO©EL CRISOL DE LA CORDURA 2020

Esta fábula tiene un componente político y subversivo. Fedro, calificado por algunos como el primer poeta satírico proletario del mundo clásico, dice cosas que muchos pensamos y compartimos, escrita hace dos mil años parece de rabiosa actualidad.

Para hacer mal y daño, nunca faltan pretextos.

El lobo y el cordero.

Un lobo y un cordero, acosados de la sed, habían llegado a un mismo arroyo; el lobo estaba agua arriba, y el cordero mucho más abajo.

Entonces el lobo robador, instigado de su insaciable voracidad, urdió este pretexto de riña:

¿Por qué, le dice, me enturbiaste el agua, cuando yo estaba bebiendo?

A esto dijo el corderillo temblando:

¿Cómo, te pregunto, oh lobo, puedo yo hacer eso, de que te quejas? desde ahí viene corriendo él agua a donde yo bebo.

Atajado el lobo con la evidencia de la verdad, salió diciendo:

 seis meses hace, que me trataste mal de palabra.

Por cierto, respondió el cordero, que aún no era yo nacido.

Pues sin duda, concluyó el lobo, fue tu padre el que me injurió, y así, habiéndole arrebatado, le despedazó con muerte injusta.

Esta fábula se escribió por aquellos hombres; que con pretextos fingidos oprimen a los inocentes.

El lobo y el cordero, Cayo Julio Fedro,

En todas las tradiciones orales de los pueblos existen, después se transmitieron por medio de nuevas tecnologías y pasaron de los papiros al papel de imprenta, hoy los encontramos digitalizados, pero el fondo es el mismo de hace miles de años; parábolas, cuentos, fábulas, son los primeros contactos que desde niños tenemos con el modo de conducirnos, de tomar ejemplos, en resumen de todo lo que aprendemos para formar nuestras conductas. En éste último género, la fábula, desde la antigüedad ha habido grandes maestros.

El profesor de filosofía Don José Carrasco, traductor del latín al español de fábulas de Fedro trae a colación del tema una sentencia de Cicerón:
….“Etenim bœc conficta árbitror á Poëtis esse, ut effictos nostros mores ¿n aliênis persónis, expressamque imáginem nostræ vitæ quotidianæ videremus”
….“Seria superfluo el empeñarnos en probar la utilidad, que de suyo traen las buenas fábulas. Las personas fingidas que en ellas se introducen, son como unos espejos, en que se ve lo malo para huirlo, y lo bueno para abrazarlo”….

La fábula ya era cultivada en Mesopotamia dos mil años antes de nuestra era, en la antigüedad griega Sócrates puso en verso las fábulas del legendario Esopo, por cierto, también un esclavo como lo fuera Fedro.

Este Fedro, de nombre Cayo Julio Fedro el fabulista, nacido en Macedonia, esclavo liberado por Augusto, ahora es reconocido como el primer escritor en compilar libros completos de fábulas en latín, no se debe confundir con Fedro el ateniense, el que hizo famoso Platón.

Las versiones en latín e inglés, las incluyo por respeto a los lectores

PHAEDRI FABULARUM

 LUPUS ET AGNUS

Ad rivum eundem lupus et agnus venerant,

Siti compulsi; superior stabat lupus,

Longéque inferior agnus: tunc fauce improba,

Latro, incitatus, jurgii causam intulit.

  “Cur,” inquit, “turbulentam mihi fecisti aquam

Istam bibenti?” Laniger contra timens,

  “Qui possum, quaeso, facere, quod quereis, lupe?

A te decurrit ad meos haustus liquor.”

Repulsus, ille, veritatis viribus,

  “Ante hos sex menses malé, ait, “dixisti mihi.”

Respondit agnus, “Equidem natus non eram.”

  “Pater, herculé, tuus,” inquit, “maledixit mihi.”

Atque ita correptum lacerat, injusta nece.

  Haec propter illos scripta est homines fabula,

Qui fictis causis innocents opprimunt.

THE WOLF AND THE LAMB
To the selfsame stream, to slake their thirst,
Came a wolf and a lamb. The wolf was standing
Upstream, and the lamb a long way lower.
The ruthless predator, provoked by the prompting
Of his greedy gullet, invented grounds
For an altercation. «What” he accused,
«Do you mean by making my water muddy?»
«Wolf,» the woolly one warily answered,
«How can I be the cause of your discomfort?
The water descends in a downward direction
From you to me.» The wolf, refuted
By the sheer rigor of reason, replied,
«So, six months ago you meanly maligned me.»
«But that,» said the lamb, «was before I was born.»
«Then it must be your father who meanly maligned me.»
And he pounced on his prey and tore him to pieces,
Indifferent to all equity and justice.
This fable is fashioned to fit those oppressors
Who trump up pretexts to entrap the innocent.

Gaius Julius Phaedrus

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Francisco Villaespesa y las murmuraciones.

Puerto de la Azohía-Cartagena-Murcia-España ©EL CRISOL DE LA CORDURA 2020

Estudiar la literatura española, obliga, sobre todo a quien lo hace, a emprender un recorrido por las distintas corrientes y generaciones de autores, hete aquí que, recorriendo la producción literaria de finales del siglo XIX, dí en leer a los integrantes del Modernismo, saboreando a Rubén Darío en  su búsqueda de un mundo más bello y perfecto, y fue entonces cuando me adentre en los distintos escritores de la clasificación ordenada que hacen distintas enciclopedias que estudian el tema; leí al francés Charles Baudelaire el autor de Las flores del mal, a Jacinto Benavente, al falangista y fundador de ese partido fascista, el escritor franquista Rafael Sánchez Mazas, al catalán Eduardo Marquina, al murciano Ricardo Gil o el almeriense Francisco Villaespesa nacido en una comarca ( Laujar de Andarax), que para mí es una de las más bellas de España, La Alpujarra Almeriense.

Supusieron estas lecturas adentrarme en un mundo nuevo de palabras sugerentes, cultas, llenas de recursos y figuras literarias, aunque debo reconocer que sólo ancló en mí el sevillano autor de Soledades, el gran Antonio Machado, precisamente a quien los puristas no sitúan plenamente en este movimiento, dando tal adjetivo a su hermano Manuel Machado.

Hoy traigo a esta página un corto poema de Francisco Villaespesa, autor al que leía de niño por influencia de mi madre, que siempre tenía varios libros de poesía a mi alcance, además, como muestra de su prolífica actividad, un pequeño cuento que digitalizado por la Biblioteca Virtual de Andalucía puede leerse en PDF

Este poeta, puesto que lo más abundante de su obra fue en este campo, también fue periodista, autor y empresario de teatro, tuvo mucha popularidad en su época.

Francisco Villaespesa Martín ©EL CRISOL DE LA CORDURA 2020

SENTENCIAS Y DECIRES
¡Rico, nunca hagas alarde,
ante el pobre, de riquezas;
ni tú, pobre, al ver al rico
maldigas de tu pobreza,
que el rico con sus tesoros
y el pobre con sus miserias,
desnudos como han nacido
han de volver a la tierra!
II
Huye de murmuraciones,
porque el veneno más malo
no es el que vierten las víboras
sino el que sueltan los labios.
Nadie murmure de nadie,
que somos de barro humano
¡y no hay nadie que esté limpio
siendo formado de barro!

Francisco Villaespesa Martín

Texto: © documentos del autor de esta página

Fuentes:

Poesías Completas de Francisco Villaespesa , Tomo I, Aguilar,S.A. de Ediciones, Madrid-1954

Biblioteca Virtual de Andalucía

Francisco Villaespesa  por  Jesús Herrera Peña

Biografías y Vidas

Francisco Villaespesa en Wikipedia

 EL CRISOL DE LA CORDURA

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