No era en realidad lo que se dice un soldado, Albio Tibulo educado en el ambiente clásico y culto de una acomodada familia por su pertenencia familiar era lo que hoy llamaríamos un oficial.
En aquella época el rudo campesino romano tenía que abandonar tierra y familia para empuñar las armas de manera obligatoria en la defensa de Roma o en aventuras de conquistas de nuevas tierras, por tanto, en un lugar de la casa, cerca de los aperos, estaban guardadas las armas siempre dispuestas para la guerra.
Pero de vez en cuando y en los breves momentos de Paz, estos campesinos-soldados se tomaban un vaso de vino con los amigos y entonces afloraban las historias y anécdotas de las campañas.
Durante las noches en el campamento en las vigilias de guardia y en las noches en vela cuando revisaba el estado de su montura, solo le mantenía vivo a salvo de la desesperación el recuerdo de su feliz infancia y los bellos prados y huertas de Gabios en el Lacio natal, su terruño que tantas veces recorrió a caballo.
Sin embargo, el buen Albio, un espíritu sensible, solo recordaba lo mal que lo había pasado él. No le gustaban esas historias de guerra, él no se sentía bien recordando esos momentos.
Albio Tibulo, estaba contra la guerra, se vio obligado a luchar y por eso desde la experiencia de ver la muerte y la desolación de cerca se hace esta pregunta:
… “¿Qué locura es esta
de llamar a la negra muerte
con las guerras?” ….
La respuesta que el mismo esboza en sus versos es la ambición del dinero: las guerras vienen motivadas por el oro, hoy diríamos que por el petróleo (el oro negro).
… “Este vicio es (propio)
del rico oro;
ni existieron guerras
cuando una copa de haya
figuraba delante de los platos” …
A Albio Tibulo se le encasilla como un poeta del amor dándole a la palabra poeta una connotación de debilidad, también Lorca era un poeta del amor, (no por eso debería de entenderse que fueran poetas cómodos y complacientes con el sistema), pero además, no olvidemos las palabras de Gabriel Celaya “la poesía es un arma cargada de futuro”, y ello lo demuestra Tibulo, con una demoledora elegía contra la guerra que pasados más de dos mil años y después de leer las desventuras de los campesinos de Irak, de Afganistán o de los de la Franja de Gaza, me han demostrado que tiene plena actualidad.
Leyendo a Tibulo uno se pregunta por el personaje, ¿quién sería hoy? ¿un hippie de nuestros días?
Si leemos escritos de Kerouac y los comparamos con los suyos (salvando las distancias) así nos lo parecería, tal vez sería viviendo en estos tiempos un activista del movimiento de antiglobalización y participante activo del Foro de Porto Alegre, eso sí, a un pacifista convencido como era él, lo encontraríamos como miembro en organizaciones como Green Peace o Amnistía Internacional.
Dejando a un lado la máquina del tiempo, tal vez fuera bueno el que nos tomásemos la molestia de leer esta elegía suya contra la guerra, que indudablemente será actualidad mientras perduren las injustas (todas), guerras.
Si quieres leer el texto original en latín abajo tienes la versión yuxtalineal, puedes bajarla pulsando el enlace Elegía contra la guerra Tibulo (hay páginas que contienen el texto, pero he encontrado en ellas faltas ortográficas de sintaxis latina, la que incluyo es de los señores Escartín y Baquero, Murcia 1900).
TIBULO
ELEGIA CONTRA LA GUERRA
¿Quis fuit primus
qui prótulit enses horrendos ?
que produjo
las horrendas espadas?
¡ Quam ferus
et vere férreus
ille fuit!
¡ Cuán fiero
y verdaderamente férreo
fue el tal!.
¡Tunc caedes (nata)
géneri hóminum,
tunc praélia nata,
Entonces nació la matanza
para el género humano,
entonces nacieron los combates,
tunc via brévior
dirae mortis
aperta est!.
de la fatal muerte,
se abrió.
At ille miser nihil méruit:
nos vértimus in mala nostra
quod ille dedit
in saevas feras!
Pero aquel miserable ningún castigo mereció:
nosotros volvemos en daño nuestro
lo que él dio
contra las crueles fieras!
Hoc vítium est
dívitis auri;
nec bella fuerunt,
cum scyphus fáginus
adstabat ante dapes.
del rico oro;
ni existieron guerras
cuando una copa de haya
figuraba delante de los platos.
Non arces, non vallus erat,
Duxque gregis
petebat securus somnum
inter oves varias.
No había fortalezas, ni foso,
y el pastor
cogía seguro el sueño
en medio de su rebaño.
¡Tunc vita foret mihi,
nec nossem
arma trístia vulgi,
nec audissem tubam,
corde micante!
¡Ojalá hubiera yo vivido entonces,
no hubiera conocido
las tristes armas del vulgo,
ni hubiera oído la trompeta,
palpitándome el corazón!
Nunc trahor ad bella;
et jam quis hostis
gerit fórsitam tela
haesura in nostro látere.
Ahora soy llevado a la guerra;
y yá algún enemigo
prepara quizá los dardos
que han de prender en mi costado.
¡Di Lares pátrii,
servate !
et idem aluistis
cum tener cursarem
ante pedes vestros.
¡Dioses Lares de mi padre,
velad por mí!
vosotros mismos que me habéis mantenido
cuando tierno (niño) correteaba
á vuestros piés.
Neu púdeat vos
factos esse e prisco stípite:
sic incoluistis
sedes véteris avi.
No os avergüence
haber sido hechos de un viejo tronco:
así habitásteis
la morada del viejo abuelo.
Tunc tenuere mélius fidem,
cum deus lígneus
stabat in exígua aede
páupere cultu .
Entonces guardaban mejor la fé,
cuando un dios de madera
estaba en una reducida capilla
con pobre culto.
Hic erat placatus,
seu quis libáverat uvam,
seu déderat spícea serta
sanctae omae;
atque áliquis compos voti,
ipse ferebat liba,
postque comes
filia parva
purum favum.
con que alguien le ofreciera un racimo,
ó dedicara una guirnalda de espigas
para su sagrada cabellera,
y alguno que había conseguido su deseo
llevaba él mismo tortas de aceite y miel,
y luego acompañándole
la hija pequeña
un limpio panal.
At Lares, depéllite á nobis
aerata tela,
hostiaque rústica (erit bobis) porcus
é plena hara.
plena porcus hara.
Mas oh Lares, apartad de nosotros
los acerados dardos,
y en rústica ofrenda os sacrificaré un puerco,
de mi repleto establo.
Sequar hunc
cum veste pura,
geramque canistra vincta myrto,
et ipse vinctus caput myrto.
Yo lo seguiré
con un vestido puro,
y llevaré canastillas festoneadas de mirto,
y yo mismo coronada la cabeza de mirto.
¡Sic pláceam vobis!
Alius sit fortis in armis,
et, Marte favente,
sternat duces adversos;
ut miles possit
dícere mihi potanti
sua facta,
et píngere castra
in mensa
mero.
¡Ojalá os plazca yo así!
Otro sea fuerte en las armas,
y, favoreciéndole Marte,
abata a los caudillos contrarios;
para que el soldado pueda
contarme, estando yo bebiendo,
sus hazañas,
y pintar el campamento
en la mesa
con vino.
¿Quis furor est
arcéssere atram mortem
bellis?
¿Qué locura es esta
de llamar a la negra muerte
con las guerras?
¡ Illa ímminet,
et venit clam
tácito pede!
¡Ella (nos) amenaza,
y ocultamente viene
con silencioso paso!
Non seges est infra,
non vínea culta,
sed audax Cérberus,
et návita turpis
aquae Stygiae.
No hay cosecha de mies allá bajo,
sino el audaz cancerbero,
y el deforme barquero
de la laguna Estigia.
Illic pállida turba
exesisque genis,
ustoque capillo,
errat ad obscuros lacus.
Allí la pálida turba (de las sombras)
con las mejillas carcomidas
y el cabello quemado,
vaga errante por los oscuros lagos.
¡Quam pótius laudandus est
hic, quem pigra senecta
óccupat in parva casa
prole parata!
¡Cuánto mejor debe ser alabado
aquel a quien la tarda vejez
coge en su pequeña casa,
después de criados sus hijos!
Ipse sectatur oves suas,
at fílius agnos,
et uxor cómparat
aquam cálidam fesso.
El mismo guarda sus ovejas,
y el hijo los corderos,
y la mujer prepara
agua caliente para el cansado.
¡Sic ego sim,
liceatque caput candéscere
canis,
et referre senem
facta témporis prisci!
Que pueda mi cabeza blanquear
con las canas,
y (pueda yo) referir viejo
sucesos del tiempo antiguo!
Intérea Pax colat arva!
Pax cándida
duxit primum
boves araturos
sub juga curva;
Pax áluit vites
et cóndidit succos uvae
ut testa paterna
fúnderet merum nato.
¡Entre tanto la Paz cultive los campos!
La cándida Paz
condujo primero
los bueyes para labrar
bajo los curvos yugos;
la Paz crió las vides
y encerró los jugos de la uva
a fin de que la tinaja paterna
rebosara vino para el hijo.
Pace
bidens vomerque nitent;
et situs óccupat in ténebris
trístia arma
duri mílitis.
Con la Paz
brillan el azadón y la reja;
y el moho invade en un rincón oscuro
las tristes armas
del duro soldado.
¡At Pax alma, veni nobis,
tenetoque spicam,
et cándidus sinus
pérfluat pomis ante.
¡Ven pues a nosotros, alma Paz,
y trae una espiga (en la mano),
y tu cándido seno
derrame frutos a tus pies!.

Texto y fuentes: © documentos del autor de esta página
- Clásicos Latinos, Escartín y Baquero, Murcia 1900
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Y pensar que este poema, que fue escrito hace la de uff de años, se ajuste tan bien a nuestros días. Manda narices la cosa. Seguimos tropezando con la misma piedra una y otra y otra vez.
😉 Ah! Gracias por la traducción 😉
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