El respeto a los ancianos que nos pide Cervantes

«Aún me maravillo yo, dijo Sancho, de cómo vuestra merced no se subió sobre el vejote y le molió a coces todos los huesos, y le peló las barbas sin dejarle pelos en ellas. —No, Sancho, amigo mío, respondió Don Quijote; no me estaba a mí bien hacer eso, porque estamos todos obligados a tener respeto a los ancianos, aunque no sean caballeros»…

(Quijote, par. II; Cap. XXIII.)

Viene cuento el texto de Cervantes en el Quijote, porque voy a hablar de ancianos y recordar que en sus enseñanzas nos avisaba del respeto al que estábamos obligados. Que como se está demostrando en estos últimos tiempos, brilla por su ausencia.

El dolor que siento por las pérdidas de toda una generación de personas a las que leí y leo sus libros, que me han acompañado con sus músicas, much@s a quienes que he seguido como envidiable ejemplo de personas valientes y que han sido el faro de ideas de lo que hoy pienso, esas pérdidas que se cobra la pandemia, es algo punzante y penoso que se repite cada día, parece una pesadilla, no sé cuando terminará, lo que no debemos es olvidarnos de ellos y que sus obras hagan que sigan vivos entre nosotros.

Estos primeros días de primavera de la segunda veintena de este siglo, llegan con muchas tristes noticias. Solo hay que despertar y los medios nos inundan de ellas. La extensión mundial de la pandemia del Covid-19 hace estragos con la población mas débil, desempleados pobres de las ciudades, familias de refugiados de los conflictos que huyen desesperados y no encuentran ayuda, niños abandonados a su suerte y todos ellos encuentran solo murallas, entre las poblaciones más desvalidas se encuentran los indigentes que tienen como techo el cielo y los mayores, varios miles de ancianos que según las noticias pueden haber muerto en las residencias.

La Coordinadora por la Defensa del Sistema Público de Pensiones denuncia el «atroz» negocio de las residencias de mayores

Critica que en la gestión de muchos centros haya primado el beneficio económico y no el bienestar y la salud de las personas

Coordinadora Estatal por la Defensa del Sistema Público de Pensiones

Se puede pulsando aquí, escuchar el podcast donde la Coordinadora Estatal por la Defensa del Sistema Público de Pensiones nos da otra mirada: peor confinados en un centro de mayores que en casa ; en éste documento sonoro, denuncia el concepto de negocio y modelo de gestión de residencias de mayores en España.

Lo que ya está quedando muy claro es que las muertes de la pandemia se van a llevar a un porcentaje altísimo de personas mayores. Sobre todo a los mas ancianos.Como un goteo aumentan las cifras, gentes sencillas o personas muy ilustres de las ciencias o las letras, con el denominador común de la edad.

Me rebelo ante la crudeza del hecho, sé que no hubiera debido de ser así, mas allá de lo fatídico del contagio de la vírica enfermedad, hay otras causas.

Lo considero una masacre. No hay derecho. Pienso que se hubieran podido evitar muchas de esas muertes. También pienso que las «evitables» muertes de ancianos en las residencias no son sino crímenes de los que habría que imputar a los creadores de este sistema de residencias privadas basadas en el lucro ambicioso y miserable. Siendo justo hay un porcentaje de ellas que no deben catalogarse así.Y muchos trabajad@res de residencias que han dado todo lo que estaba en sus manos, teniendo en cuenta que estos establecimientos están para cuidar, no para curar.

Y no olvidemos que todos los ancianos en las residencias pagan la estancia a precios astronómicos. En ellas no hay ninguno gratis. A algunos les sacan los ahorros de toda la vida, o en muchos casos sacrifican con los costes a sus hijos. A otros (no muchos, después de los recortes) se les pagaba por parte de, aunque menguada, la muy necesaria Ley de Dependencia, o sea pagadas por todos los ciudadanos.

Y las residencias, convertidas en negocio, han ido reduciendo al máximo los costes. Lo sabéis igual que yo…poco personal, mal formado, ausencia de sanitarios, ausencia de medios necesarios para atender a los mayores delicados. Y por si alguien dice que no se ha enterado, ahí está la denuncia de la Coordinadora por la Defensa del Sistema Público de Pensiones denunciando el «atroz» negocio de las residencias de mayores en el que critica que en la gestión de muchos centros haya primado el beneficio económico y no el bienestar y la salud de las personas

  • Cuando la pandemia pase, tendremos que hacer examen de todo este horror. Los mayores merecen, que el respeto que nos pide Cervantes, se haga realidad en otra manera de entender el cuidado de los ancianos.
  • Y así en mi opinión, como principio no dejar a la iniciativa privada casi en exclusiva como sucede ahora, el conjunto de residencias de mayores y dependientes (no nos olvidemos de ellos, muchos no son ancianos), del Estado Español. Deberían pasar a ser todas públicas con control directo de un ministerio del gobierno central y ¿por qué no? intervenirlas, expropiarlas, como se hace con bienes y tierras para trenes, autopistas y aeropuertos etc. que al final incluso no han llegado ha terminarse nunca, y sí claro está, indemnizar a los actuales propietarios.
  • También habría que ver las poblaciones y sus necesidades y donde hiciera falta según los ratio de mayores-cuidadores, crear mas residencias, formar a más personas, se crearía mucho empleo en estos trabajos. Someter a auditorías y control de los entes públicos correspondientes, a las que pudieran seguir por alguna causa en gestión privada . Desarrollar completamente y dotarla de medios en los presupuestos del estado la infradotada Ley de Dependencia,sobre todo «porque estamos todos obligados a tener respeto a los ancianos».

Sobre los textos:

Las citas del principio (naturalmente del Quijote), son de Cervantes Educador, (obra premiada en público certamen), y son una «colección de trozos de obras cervantinas, dispuestas para ser leídas en las escuelas», tal y como subtitula el pequeño libro Don Ezequiel Solana su autor, un Maestro Normal, como él se definía, que fue publicado por la editorial Magisterio Español, en Madrid, 1932.

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