A propósito de una frase «Guardar lo bueno y dejar a un lado lo que no nos conviene», que he leído en el blog de María en Observando, donde se sugiere repasar lo que la educación ha aportado al individuo, han venido a mi memoria los buenos ratos que pasé leyendo fábulas de niño, (mi querida madre, muy aficionada a ellas me explicaba con detalle el contenido ejemplarizante de estas).
Años después, descubrí que en los clásicos latinos encontraba los mismos problemas existenciales que nos son comunes a las personas. El amor, la guerra, la soledad del hombre, la crítica política, “la libertad», ahí estaban en un puñado de palabras en latín.
Aunque el concepto de “Libertad”, muy manoseado, tenga acepciones diferentes dependiendo de las diferentes situaciones de los pueblos, (recuerdo vivamente el significado para mí en épocas de lucha antifranquista), no deja de ser un objetivo para muchas personas, piénsese sino en los pueblos en los que hay dictaduras, en el preso en la cárcel y para no ser exhaustivo, en el periodista amordazado por la línea editorial, seguro que el lector encontrará muchos más ejemplos.
Esta fábula de Fedro, hizo que pensara que el amor a la libertad es un valor imperecedero, –«quédate con tu mundo que yo quiero ser libre”, –le dice el lobo al perro.
En nuestro mundo actual, (sigue pienso), vigente este mensaje.
Habría que preguntarse, cuantas ataduras, cuantos collares, nos tienen atados a cambio de llenar la tripa.
La sociedad del dinero no quiere seres humanos libres.
Ella nos aliena y a cambio nos da las migajas.
Y encima estamos contentos.
De todos modos la vida sencilla como rechazo al consumismo capitalista y el sentido de justicia social de equidad y proporción, ha sido mi objetivo, aunque es muy difícil sustraerse al sistema, pero en el estrecho margen de decisión individual, algunas veces lo he conseguido.
Al llegar a este párrafo el lector versado en filosofía, ya estará pensando que soy un moderno epicúreo y no anda desencaminado, si se piensa que tal y como están las cosas hoy día, mi estado personal ideal sería la ataraxia de los epicúreos, pero fue cuando leí un párrafo de Engels en ANTIDÜRING : ...»La libertad consiste, pues, en el dominio de nosotros mismos y de la naturaleza exterior, basado en la conciencia de las necesidades naturales; es, por lo tanto, forzosamente, un producto del desarrollo histórico. Los primeros hombres salidos del reino animal eran, en todo lo sustancial, tan poco libres como los animales mismos, pero cada paso dado en la senda de la cultura era un paso dado en la senda de la libertad»…,es por eso por lo que pienso que la cultura es la que nos hace libres y aquí retomo el artículo de Maria que cito al principio, en el comenta un libro que sugiere la deseducación como un primer paso para regular las emociones, si revisamos los prejuicios aprendidos y lo filtramos con cultura, entendiendo esta como el conocimiento de la realidad que nos rodea, es muy posible que podamos estabilizar el estado anímico personal.
Es conocido que muchos educadores caen en depresión, porque lo que de verdad deseduca son los medios de comunicación actuales, que dejan de lado valores que hace varios milenios, los humanos construyeron y rinden culto a la banalidad y utilizando un símil taurino «este toro es muy difícil de lidiar»
Verdaderamente creo que más bien, en que el sistema más que educar lo que hace es adiestrar, con toda la carga peyorativa que tiene esta palabra. La única fórmula que tengo clara es seguir insistiendo en la cultura y la libertad. Sé que lo conseguiremos.
Biografía breve
Vino a nacer Cayo Julio Fedro, más conocido por Fedro en Macedonia, en aquel entonces provincia romana, era la época de Augusto y fue alrededor del año 15 a.m., no se sabe a ciencia cierta su muerte, esta se viene fechando en torno al 55 d.c. pero también es verdad que no se conocen muchos datos de su longeva vida (más de sesenta años, muchos en aquella época) y éstos solo a través de su obra
Se sabe que tuvo una educación muy buena y aunque su lengua materna era el griego, estudio en latín, es por esto por lo que se cree que fue esclavizado de niño formando parte de los esclavos de Augusto. Fue este el que lo declaró liberto.
Se le conocen cinco libros, en los que se agrupa más de una centena de fábulas. Niccoló Perotti en la edición de la obra de Fedro en 1645,publicó 30 nuevas fábulas que vinieron a sumarse al otro centenar largo que había publicado en sus libros.
Platón, Calímaco, Ennio, Lucilio, Heródoto y Hesíodo ya habían utilizado las fábulas en sus obras, pero Fedro escogió como su guía al griego Esopo y fue él el primero en escribirlas en libros.
Contar historias en los que sus protagonistas son en su mayoría los animales, expresadas en senarios yámbicos(un tipo de verso utilizado en las partes dialogadas de las comedias).
Horacio nos dice lo que es esto: Syllaba longa brevi subjeta vocatur jambus (Una sílaba larga puesta detrás de una breve se llama yambo).
Prologaría su primer libro con una declaración de intenciones, reflejar la situación social y mostrar que la astucia del débil era el arma contra el poderoso, pero esto lo haría deleitando y divirtiendo, en el tercer libro matiza en su prólogo que no estaba en su intención el censurar a individuos sino la descripción de la vida y las costumbres de los hombres.
Las críticas políticas en aquel tiempo, (bueno, sería mejor decir en todos los tiempos), nunca han sido del agrado de los gobernantes, tampoco lo fue de Sejano, (todopoderoso ministro de Tiberio), que lo acuso de mofarse de él en sus primeros libros de fábulas y logró una condena. En sus últimos años vivió en una absoluta precariedad solo atenuada por las ayudas de amigos ricos
EL PERRO Y EL LOBO (FABULA)
Fedro
Quam dulcis libertas sit
prolóquar bréviter.
Lupus confectus mácie
occurrit forté
cani perpasto:
Cuan dulce sea la libertad
diré brevemente.
Un lobo consumido de flaqueza
se encontró por casualidad
con un perro muy bien comido:
salutantes dein ínvicem,
ut restiterunt:
«Unde, quaeso, nites sic,
aut quo cibo
fecisti tantum córporis?»
saludándose luego mutuamente
cuando se pararon:
«¿ Cómo, dime, estás tan lucido
ó con qué comida echaste tanto cuerpo ?»
Canis simplíciter:
«Eadem condítio est tibi,
si potest praestare
par offícium
dómino ».
El perro (contestó) sencillamente:
« La misma facultad tienes tú,
si puedes prestar
igual servicio
al señor ».
«Quod?», inquit ille.
«Ut sis Gustos líminis,
et tuearis domum
noctu
á fúribus.»
« ¿Cual? », dijo aquel.
« Que seas guarda de su entrada,
y defiendas la casa por la noche
de los ladrones.»
«Ego vero sum paratus:
nunc pátior nives,
imbresque
trahens vitam ásperam
in silvis:
quanto facílius est mihi
vívere sub tecto
et satiari otiosum largo cibo? »
«Pues dispuesto estoy:
Ahora sufro las nieves,
y las lluvias,
pasando una vida cruel
por las selvas:
¿cuánto más fácil no me es
vivir bajo techado,
y hartarme de abundante
comida sin hacer nada? »
«Veni ergo mecum.»
Dum procedunt,
Lupus áspicit
collum Canis
detritum á catena
«Unde hoc, amice?»
«Nihil est.»
Dic tamen, quaeso.»
«Ven pues conmigo.»
Mientras marchan,
El lobo observa
el cuello del perro
pelado por la cadena.
« ¿De qué (proviene) esto, amigo?».
«No es nada.»
«Dímelo sin embargo
te lo ruego.»
«Quia vídeor acer,
álligant me
intérdiu,
ut quiescam luce,
et vígilem
cum nox vénerit:
solutus crepúsculo,
vagor qua visum est.
Panis affertur ultro;
«Porque parezco inquieto,
me atan
durante el día,
para que descanse de día,
y vigile
cuando llegue la noche:
desatado al anochecer,
ando por donde me parece.
Me echan pan espontáneamente;
dóminus dat ossa
de mensa sua,
familia jactat frusta,
el señor me dá los huesos
de su mesa;
la familia me arroja las sobras,
et quisque pulmentarium
quod fastidit.
Sic venter meus
impletur sine labóre. »
y cada cual la comida
que ya no quiere.
Así mi barriga
se llena sin trabajo. »
«Age,
si est ánimus (tibi) quo abire
licéntia est?»
«Non est plane,» inquit.
«Ahora bien,
si tienes intención de ir á alguna parte,.
¿hay permiso?»
«Claro que no,» dijo.
«Frúere, Canis,
Quae laudas.
Nólo regnare,
ut non sim liber mihi.»
«Disfruta, oh Perro,
eso que alabas.
No quiero (ni) reinar
como no sea libre.»

Sobre los textos:
- CLÁSICOS LATINOS, Escartín y Baquero, Murcia 1900
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- EL CRISOL DE LA CORDURA
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